MEMORIAS DEL GENERAL DON FRANCISCO ESPOZ Y MINA

EL GENERAL D. FRANCISCO ESPOZ Y MINA,
A SUS CONCIUDADANOS.

DifÍcilmente mi nombre hubiera sonado entre los de mis contemporáneos á no ser por el cúmulo de circunstancias y sucesos que tuvieron lugar en Europa, y mas principalmente en mi patria, á principios del siglo xix. Ni por la posicion de la casa de mis padres, ni por la educacion que me dieron, ni por la carrera ú ejercicio á que me dedicaron, en el cual puedo asegurar que era práctico consumado á la edad de veinte y seis años, ni menos por natural inclinacion hasta entonces, habria abrazado el partido de las armas. La patria, el peligro de la patria, cuya libertad é independencia fueron atacadas por un hombre que se burlaba de toda palabra y fe, cuando su religiosa observancia podia ser un obstáculo para llenar sus ambiciosas miras, inflamó la sangre pura de los buenos hijos de ella, y todos corrieron á las armas, resueltos á no soltarlas de la mano hasta dejar vengadas las injurias que se la hacian cada dia; y alli me encontré entre ellos. Asi como la suerte hizo muchos desgraciados, que en nuestras primeras empresas fueron victimas de su celo patrio y de la cruel conducta de los inicuos invasores franceses, yo la debi una especial distincion : por su influencia pude sobrevivir á los golpes y heridas que recibia en los combates, y merced á esto y á la ayuda y consideracion que debi á mis compañeros , me vi elevado en la nueva carrera á una categoría superior.
Pero esto mismo fué un presente que la suerte me hizo de bien fatales resultados para el resto de mis dias. Cuando mas debia prometerme un vivir tranquilo, ya que la patria habia acabado con sus enemigos en virtud de esfuerzos de sus hijos, y todos ellos debiamos considerar llegada la hora del descanso apetecido, tuvieron principio las particulares vicisitudes de mi vida, que han sido desde entonces y durante el resto de ella, en el espacio de veinte y dos años, tantas, tan complicadas y azarosas, que, aniquiladas ya mis fuerzas por efecto de ellas, conozco llega apresuradamente el término de mi penosa existencia. No me estremece; y si algun sentimiento acibara mi memoria, es la de dejar en la orfandad á una sensible criatura, á cuyos cuidados, á cuyo esmero y cariño he debido tantos consuelos en mi agitado vivir; y la de haber sido causa de que perdiera la felicidad de que gozaba en la compañia de sus padres, y que pudiera haber disfrutado todavia unida á otro hombre digno de ella, que no la habria ocasionado tantos años de martirio cuantos han sido para ella los de nuestra union.
No poseo bien ninguno de fortuna de que poder hacerla donacion : toda la riqueza de mi propiedad, con que he contado en mi vida, la que he procurado conservar , y con la que creo morir, es la de aparecer siempre ante mis contemporáneos y ante el mundo entero, en las páginas de la historia, como un español honrado, como un buen hijo de la patria, amante de su independencia, de su libertad, de toda su felicidad. La lectura de los apuntes de mi vida, que como única herencia de que puedo disponer lego á la amable compañera que me deparó el cielo, para que pueda publicarlos si lo estimase, la hará conocer el fondo de aquellos mis sentimientos, que jamás me abandonaron al tiempo de obrar en todas las circunstancias en que me he hallado ; y podrá decir con orgullo que, si bien estuvo unida á un hombre que por falta de suficiente saber en la direccion de los negocios graves que tuvo á su cargo en diversas épocas, pudo haber cometido errores, que es condicion inseparable de la desdichada humanidad, jamás obró con bajeza, nunca con miras de interés material propio, dolo, fraude ni injusticia á sabiendas; ni en ningun tiempo tuvo mas ambicion de ninguna clase que la de cooperar con todas sus fuerzas y medios al bienestar y gloria de su amada patria.
Deposito este papel en manos de la amistad para ser presentado á mi buena esposa después de mi desaparicion , y cuando se crea que el darla conocimiento de él no podrá causar ningun trastorno en su delicada salud.

Barcelona, 18 de setiembre de 1836.

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Y en cumplimiento de la voluntad de mi esposo presento al público estas Memorias segun él mismo las dejó arregladas. Después de su muerte he recibido aviso de varios puntos en que existen papeles que contienen algunos hechos de su vida pública; he procurado recogerlos , y reunidos que sean y examinados, si resultase que contengan alguna circunstancia notable que no esté comprendida en las Memorias, ó cualquiera particularidad que merezca darse á luz, se hará por medio de apéndices á la conclusion de la obra.

Juana María Vega De Mina.

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