Manuel Bartolomé Cossío - EL GRECO

Manuel Bartolomé Cossío, dedicó su vida a renovar la siniestra pedagogía de la España de su tiempo. Defendió la enseñanza reflexiva, el aprender como fin único de la educación. Desde su compromiso con la Institución Libre de Enseñanza y desde su leal servicio a la II República defendió una enseñanza democrática que llegase a todas las clases sociales y a todos los lugares de España. La escasa relación que mantuvo con Haro, que circunstancialmente le vio nacer en 1857, no impidió su decisiva intervención en la concesión en 1933 del primer Instituto de Enseñanza Secundaria a la ciudad.
Catedrático, maestro de maestros, historiador del Arte y, ante todo, hombre bueno y leal servidor del progreso y la libertad.

Manuel Bartolomé Cossío nace en Haro en 1857. Es hijo de D. Patricio Bartolomé, juez de Haro en esa fecha, y de Dña. Natalia Cossío, de orígenes cántabros.
Tras estudiar la carrera de Filosofía y Letras entra en contacto con la Institución Libre de Enseñanza y con su fundador Giner de los Ríos. En 1879 estudia becado en la Universidad de Bolonia. Desde esta fecha viajará por toda Europa para conocer los nuevos sistemas pedagógicos.
En 1882 gana la cátedra de Historia de las Bellas Artes en Barcelona. En 1904 será nombrado catedrático de Pedagogía.
En 1908 publica "El Greco" obra fundamental en el redescubrimiento de la obra del gran pintor.
A la muerte de Giner de los Ríos asume la dirección de la Institución Libre de Enseñanza.
Tras los difíciles años de la Dictadura de Primo de Rivera M. Bartolomé Cossío se suma con entusiasmo a la obra reformista de la II República. Es nombrado Presidente de las Misiones Pedagógicas que extenderán la cultura y serán la manifestación de solidaridad democrática con las clases populares españolas. En reconocimiento a sus méritos es nombrado Primer Ciudadano de Honor de la República.
En 1935 muere en Collado Mediano.

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Los maravillosos cuadros de El Greco: el Entierro del señor de Orgaz, el Caballero de la mano en el pecho y otros muchos, fueron estudiados en profundidad por nuestro admirado Cossío. Desde 1.886 hasta 1.908 buscó, viajó, analizó y recogió ingente información sobre la vida y la obra de un pintor desconocido por casi todos en aquel tiempo e, incluso, menospreciado por algún que otro crítico de arte.
Entonces las obras del genial pintor cretense se encontraban almacenadas en estado lamentable de abandono, polvorientas y dañadas, repartidas por colecciones de Toledo y Madrid fundamentalmente.
El peor enemigo del arte y del patrimonio monumental es la ignorancia y la desinformación, que no permiten apreciar y valorar todo aquello que es irrepetible y maravilloso. Pues bien, Cossío (pedagogo y crítico de arte) viajó a Toledo (ciudad completamente vinculada a El Greco) y comenzó a realizar un exhaustivo estudio de sus obras. Hay que darse cuenta del esfuerzo que esto le debió suponer, pero finalmente en 1.908 publicó su libro “El Greco”, verdadera obra maestra y referencia obligada para todo aquel que se interese por la obra de este pintor. Hoy es un libro con plena vigencia, lo que supone un gran mérito tras un siglo escrito.
Cualquier obra que consultemos sobre El Greco nos va a hacer referencia al libro de Cossío, porque, además de ser el primero, sigue siendo muy completo e interesante.
Supongamos por un momento que, o no hubiera existido nuestro “patrono” o no se hubiese ocupado de El Greco. En estos momentos podríamos estar en dos situaciones: o las pinturas se hubieran acabado perdiendo tras siglos de abandono o compradores extranjeros las hubiesen adquirido a precio bajo y hoy tendríamos que ir a París, Londres o Nueva York para poder admirarlas.
Por si fuera poco lo anterior, Cossío reivindicó de El Greco su carácter de hidalgo español y sus personajes serían el paradigma de “lo español”, santos, apóstoles, nobles y burgueses retratados por él darían rostro a la esencia de España, al espíritu español, según una visión romántica y apasionada que era la que siempre caracterizó a Cossío, hombre vehemente y volcado en sus ilusiones y proyectos. Gracias a Cossío, El Greco pasa del olvido a gran genio de la pintura española y como ejemplo a seguir para los pintores y artistas. Por si fuera poco, Cossío creyó identificar unas casas del siglo XV de la judería toledana como las que habitó El Greco. Ni corto ni perezoso, habló con su amigo el Marqués de la Vega-Inclán para que comprase esas casas y las convirtiese en museo. Así se hizo y, aunque hoy sabemos que no eran las casas de El Greco, el museo del pintor cretense se ha convertido en visita obligada dentro de la ciudad de Toledo.


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