Aurelio Martín Alonso - DIEZ Y SEIS AÑOS DE REGENCIA (MARÍA CRISTINA DE HAPSBURGO-LORENA) (1885-1902)

Alfonso XII murió en 1885. Si por momentos la situación parecía tornarse crítica (Qué catástrofe, había exclamado Don Alfonso en su lecho de muerte), el edificio político diseñado por Cánovas del Castillo dio muestras de solidez. La esposa del fallecido rey, María Cristina de Habsburgo-Lorena, pasó a ser regente del país hasta que el hijo de ambos, Alfonso XIII, tuviese dieciséis años de edad. Esta situación llevó a los dos líderes, Cánovas y Sagasta, a establecer un acuerdo: se comprometieron a apoyar la regencia, a facilitar el relevo en el gobierno cuando éste perdiera prestigio y apoyos en la opinión pública y a no derogar la legislación que cada uno de ellos aprobara en el ejercicio del poder.
La reina, inexperta en los negocios de la política, se dejó asesorar por Sagasta, con quien acabaría trabando una estrecha amistad.
María Cristina se guió por la sensatez y el equilibrio en sus diecisiete años de regencia, reconociéndole los historiadores su impecable observancia de las obligaciones constitucionales.
El papel de María Cristina en el sistema de gobierno fue representativo, ya que no participó en los enfrentamientos entre los partidos dinásticos, respetando el turno a la hora de llamar a los candidatos a formar gobierno, aunque se sintió más cercana a Sagasta y no puso dificultades al mantenimiento de largos períodos de gobierno del partido liberal. Se promulgaron, durante el periodo, entre otras, la Ley de Sufragio Universal y la Ley de Asociaciones.

En sus últimos años de regencia se agravó el problema marroquí y se agudizó la conflictividad social. De esta época datan también los inicios del catalanismo político. Además, la pérdida de las tres últimas colonias hispanoamericanas en 1898 y el inicio de la descomposición de los dos partidos del turno al desaparecer Cánovas y Sagasta pocos años después, sumieron al país en una grave crisis, que evidenció de manera clara la inoperancia que adquirió, coincidiendo con el cambio de siglo, el régimen de la Restauración. Su más ferviente deseo era traspasar la Corona a su hijo, deseo que vio cumplido en 1902, cuando Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad y fue proclamado rey de España. Desde ese momento se consagró a las obras de caridad y a su vida familiar y, a partir de 1906, al contraer matrimonio su hijo Alfonso con Victoria Eugenia de Battenberg, utilizó el título de «Reina Madre».
ENLACES
MIRROR 1                         MIRROR 2