También conocida como “Noche de Epifanía, o Lo que queráis” y “La duodécima noche”. Mantiene un tono general de comedia bufa, repleta de personajes extravagantes.
El título hace referencia a la velada número 12 desde la Nochebuena, es decir el 5 de enero, víspera del día de Reyes. Según la tradición, esta obra festiva se escribió para ser representada en esa celebración. Aunque los acontecimientos de la obra no transcurren en esa noche, lo cierto es que, como apunta José Ángel García Landa, durante esos doce días “se hacen cosas extrañas: se reúne la familia, se regalan cosas, se deja de trabajar, se trata la gente en pie de igualdad, se aparcan las diferencias irreconciliables por un tiempo, se desdibujan los papeles atribuidos a los sexos…”, elementos que se reconocen en la trama.
De la trilogía conformada por esta obra y sus predecesoras, Mucho ruido y pocas nueces y Como gustéis, se trata de la más insulsa. A tenor de la crítica, la gran creación humana de la obra es Viola, prototipo del personaje femenino que se hace pasar por hombre, que da pie a desarrollar equívocos sexuales encadenados: es deseada por una mujer mientras que desea a un hombre, el cual desea a la mujer. Si a esto unimos la homosexualidad insinuada en el personaje de Antonio, obtenemos un curioso cóctel, que más parece un puzle. Todo ello sin contar que los personajes femeninos eran interpretados por varones en la época isabelina.