Unas palabras del recopilador de Antonio Maura, treinta y cinco años de vida pública (Ideas políticas, doctrinas de gobierno y campañas parlamentarias).
Este libro no es el elogio de D. Antonio Maura, ni una critica favorable o adversa. Es, sencillamente, la recopilación de sus ideas políticas y de sus doctrinas de gobierno, tal como por él mismo han sido expuestas desde los albores juveniles de su vida pública hasta el presente momento, transcendentalmente histórico...
Puede decirse, sin error, que los políticos españoles están inéditos para la gran mayoría de sus detractores y, lo que es más singular, para buen número de sus partidarios. Ello se debe a que la propaganda directa, personal, de sus ideas suelen hacerla en el Parlamento, y, como ha dicho el propio D. Antonio Maura: El Diario de las Sesiones es una publicación casi clandestina para los españoles, que no conocen sino aquello que pasa a la prensa, más o menos declarada de partido.
De ahí resulta que, ante la opinión que lee, aparezcan con dos caras distintas, como Jano. Sólo que las dos suelen ser igualmente falsas, porque ambas son obra de la pasión, y la pasión, que no es mala artista, que es excelente artista, fracasa inevitablemente en el arte difícil del retrato, que es arte de realidad.
De esta ley general claro está que no puede exceptuarse D. Antonio Maura. Si en su caso particular hubiese excepción, más bien sería al reves, porque, en torno de D. Antonio Maura, vienen girando desde hace nmchos años, con más constancia y en mayor suma que alrededor de otros políticos, los juicios apasionados de sus conciudadanos, y la consecuencia es que acaso no haya otro cuya imagen esté más desfigurada en la mente de la muchedumbre de sus amigos y contrarios.
A restablecer la fidelidad de sus rasgos dirígese este libro, que está compuesto para todos, y no sería poco útil si consiguiera ser una resta considerable, o pequeña, a la exaltación de sus parciales y contradictores, porque entonces tendría el valor ético de toda contribución a la verdad y a la justicia.
D. Antoyiio Maura está aquí, no visto a través de cristales de aumento o disminución; no desnaturalizado por la interpretación o el juicio ajenos... Ni siquiera disfrazado con la palabra propia.—La palabra propia, hasta en los más sinceros, corre el riesgo de ser tan engañosa como los oídos que la recogen, porque el pensamiento gusta, a veces, de encubrirse con los velos del artificio, pero, cuando vive en plena controversia, el disfraz es inútil; no hay velo que a ese viento resista.
Tal es el caso de las ideas reunidas en estas páginas. Todas nacieron para el diálogo y la pugna con otras ideas, porque D. Antonio Maura no es un teórico subido a una cátedra, sino un político, que es decir soldado de sus convicciones, agente de sus pensamientos, obrero del propio ideal en la realidad práctica de la vida.
Cuando la palabra, por naturaleza, es de esta condición; cuando posee este carácter, esta sustancia mixta de acto e idea nada puede aventajarle en potencia y exactitud para revelar y poner de manifiesto el espíritu de quien la dictó. El hecho escueto, sin más enlaces que los de otros hechos, es como la línea general de la silueta; pero en la palabra está el color, la gradación tonal, y la precisión del rasgo, y la intimidad del matiz; y ello no solo por lo que dice, sino, además, por las inflexiones conscientes o involuntarias que cobró con las circunstancias y en el momento en que fué dicha.
También verá el lector a la luz de esta gran figura el panorama donde se mueve y los destellos de los que le acompañan, situados ya a su lado, o ya enfrente. D. Antonio Maura ha actuado en los últimos años de la Restauración y durante todos los de la Regencia y del actual reinado, y su critica de aquella época y de aquellos hombres políticos ayudará al conocimiento, no muy cabal, que de ellos tiene la generación presente.
Una advertencia, para concluir. El recopilador pone su nombre en este libro, que en realidad, no es suyo, sino de D. Antonio Maura, no movido por un deseo de vanagloria, que no puede existir en su modestia, ni aún logrando en esta emnpresa el punto de estricta discreción, en que ha cifrado todas sus aspiraciones. Lo pone, únicamente, por elementales razones de honradez, según las cuales debe arrostrar en público la responsabilidad que pueda corresponderle en la transcripción de los textos, o si el acierto no le ha acompañado al darles disposición y acomodo.
J. Ruíz Castillo, Madrid, Julio de 1917.
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(Antonio Maura y Montaner; Palma de Mallorca, 1853 - Torrelodones, 1925) Político español. Jefe del Partido Conservador y ministro y presidente del Gobierno en diferentes ocasiones durante el reinado de Alfonso XIII, intentó introducir en el sistema de la Restauración una serie de reformas radicales que acabaron por fracasar.
Estudió Derecho en Madrid y en 1878 se casó con la hermana menor de Germán Gamazo, uno de los más destacados políticos del Partido Liberal. Comenzó su carrera política de la mano de su cuñado. En 1881 es elegido diputado por Palma de Mallorca, y se mantiene siempre en la línea gamacista frente a Sagasta. En 1886 es vicepresidente del Congreso y, seis años más tarde, ocupa el cargo de ministro de Ultramar.
Desde su ministerio publicó varios decretos sobre la administración municipal de las Islas Filipinas, y presentó un Proyecto de Ley para el gobierno y administración civil de Cuba y Puerto Rico, en el que se distribuían las competencias entre la administración central de la metrópolis y los respectivos gobiernos insulares. Las polémicas y la gran oposición que suscitó el proyecto provocaron la dimisión de Maura. En 1885 vuelve a formar parte del gabinete de Sagasta, haciéndose cargo de las carteras de Gracia y Justicia.
El denominado "Desastre de 1898" le llevó a adoptar una actitud de censura contra la política de la Restauración. Formuló su doctrina política, basada en lo que denominó "revolución desde arriba", como solución para evitar el desarrollo de un proceso revolucionario. Se hacía imprescindible, según Maura, realizar reformas que se basaran en una radical moralidad, y que se llevaran a cabo por un gobierno que fuese capaz de mantener con energía el principio de autoridad.
Tras la muerte de Gamazo, pasó a liderar el Partido Liberal, hasta 1902, año en que se incorpora al Partido Conservador. Formó parte del Gobierno de Silvela, ocupando la cartera de la Gobernación. Y en 1903 se hizo cargo de la dirección de las elecciones municipales. Su decidida intención de acabar con la corrupción, mediante el ataque a las bases del caciquismo local, provocó una fuerte oposición contra su persona.
Este mismo año, Maura se hace cargo de la jefatura del Partido Conservador, tras la dimisión de Silvela, y, en el mes de diciembre, es el encargado de formar gobierno. Entonces, desde su nueva posición, elabora un proyecto de administración con tendencias regionalistas, con el objetivo de resolver el problema catalán y acabar con la corrupción electoral. Su proyecto y las continuas divergencias con el rey Alfonso XIII le procuraron fuertes oposiciones, por lo que presentó su dimisión a finales de diciembre de 1904, año en el que también fue objeto de un atentado en Barcelona.
En 1907 se le llama de nuevo para formar gobierno. Es el comienzo de su etapa más decisiva en el mundo político. Puso en práctica una amplia reforma legislativa que afectó, especialmente, a la Ley Electoral y a la Ley de Huelga. En política exterior, realizó una gran actividad: la negociación de los acuerdos de Cartagena, en los que España, Francia e Inglaterra reconocen su interés común en el Mediterráneo. También reorganizó la Marina, lo que le creó gran impopularidad entre el sector de la industria naval. Y realizó fuertes campañas contra el terrorismo catalán.
La brutal represión que hace su gobierno de la "Semana Trágica de Barcelona", en 1909, fue el motivo inmediato que le obligó a dimitir. Al año siguiente volvió a ser de nuevo blanco fallido de los terroristas en la Ciudad Condal. En 1913 renunció a su cargo de jefe del Partido Conservador. A partir de este momento, se conviertió en el "gran solitario" y se mantuvo apartado del poder durante largo tiempo.
En 1918, ya como jefe del Partido Maurista, es llamado por el Rey para presidir un Gobierno de Concentración, que fracasó. Posteriormente, tras el "Desastre de Annual", en Marruecos, el 21 de julio de 1921, Maura volvió a acceder al poder, ocupándose del Ministerio de la Guerra: sus intentos por solucionar el desorden en Marruecos serían fuertemente contestados por las Juntas Militares, lo que, unido a los escasos resultados en su gestión, provocaría de nuevo su dimisión. Alejado de la política, murió en su casa de la localidad madrileña de Torrelodones, en 1925. Legó, además de sus interesantes reformas, una gran cantidad de discursos, fruto de su excelente oratoria.
Extraído de Biografias y Vidas
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