Alfonso Reyes - RETRATOS REALES E IMAGINARIOS

ALFONSO REYES, uno de los últimos grandes humanistas que ha tenido la cultura hispánica, es también uno de los mejores prosistas de nuestra lengua. Se trata de un escritor de temática variadísima y de prosa diáfana, llena de garbo y con un cierto resabio neoclásico, cuya ingente obra de polígrafo estuvo también abierta a todos los canales de comunicación con otras culturas y abarca casi todos los géneros: poesía, crítica literaria y filológica, relato y ensayo, la crónica, divagación literaria...
Este ameno libro evoca personajes de diferentes épocas y países: Madama Lucrecia, Cisneros y Lutero, Antonio de Nebrija, Chateaubriand, Apolonio de Tiro, Gracián, Felipe IV y Napoleón, entre otros.El escritor y diplomático, Alfonso Reyes Ochoa nació en Monterrey, Nuevo León, el 17 de mayo de 1889. Nació en el seno de una familia acomodada. Hizo sus primeros estudios en escuelas particulares de Monterrey, y los terminó en el Liceo Francés de la ciudad de México y con lecciones particulares del profesor Manuel Velázquez Andrade. Presentó examen de admisión para la Escuela Nacional Preparatoria, pero la empezó en el Colegio Civil de Nuevo León por haberse trasladado nuevamente la familia a Monterrey; año y medio después vuelve a la ciudad de México, donde continuó y terminó estos estudios. Se inscribió después en la Facultad de Derecho, donde obtuvo el título profesional de abogado el 16 de julio de 1913.
Desde la infancia sus inquietudes intelectuales fueron claras y obtuvo los primeros lugares en los diversos ciclos de instrucción. Contrajo matrimonio con Manuela Mota.
Fue secretario de la Escuela Nacional de Altos Estudios, antecedente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Allí fundó la cátedra de historia de la lengua y literatura española. Esos logros académicos se vieron ensombrecidos por la muerte de su padre durante la Decena Trágica.
Reyes conoció a Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos, y juntos formaron el Ateneo de la Juventud, un grupo de intelectuales interesados en trazar las líneas del México moderno compartiendo la afición por Grecia. Por aquella época Reyes escribió sus primeras obras, entre las que se encuentra el libro de ensayos Cuestiones estéticas, publicado en París. De los mismos años datan los estudios sobre Robert Louis Stevenson y Gilberth K. Chesterton.
Un tanto decepcionado de la situación nacional y de la pobreza de ideas para cambiarla, fue en pos de sí y viajó a París en el año de 1914 con un cargo diplomático.
Trabajó en el Centro de Estudios Históricos de Madrid, dirigido por Ramón Menéndez Pidal. En 1915 terminó Visión de Anáhuac, que se publicó en 1917. En 1920 fue nombrado segundo secretario de la legación de México en Madrid.
De 1924 a 1939 (año en que regresa a México después de un largo exilio) vive como diplomático en Francia, Argentina y Brasil, y no es exagerado decir que se convierte en una figura esencial del continente hispánico, como lo atestigua el propio Borges. Entre sus ensayos de esos años se cuentan Cuestiones gongorinas (1927), Simpatías y diferencias (ensayos, 1921-1926), Homilía por la cultura (1938), Capítulos de literatura española (1939 y 1945) y Letras de la Nueva España (1948).
Hacia 1939 Reyes se instaló definitivamente en México. A través de enormes esfuerzos y mediante un crédito hipotecario hizo construir el edificio que siempre había deseado: una casa habitación integrada a una biblioteca que, en sus mejores tiempos, llegó a tener más de veinte mil volúmenes y las visitas esporádicas de algunos fantasmas.
Maestro de la lengua, de 1939 a 1950 está en la cumbre de su madurez intelectual y escribe una larga serie de libros sobre temas clásicos, como La antigua retórica y Última Tule (1942), El deslinde (1944), La crítica en la edad ateniense (1945) y Junta de sombras (1949). También escribió sobre problemas mexicanos y americanos y otros temas muy variados: Tentativas y orientaciones (1944), Norte y Sur (1945), La X en la frente y Marginalia, de 1952. Entre sus traducciones se encuentra parte de la Ilíada de Homero, en 1951.
El escritor presidió la Casa de España en México, convertida más tarde en El Colegio de México, fue Miembro Fundador de El Colegio Nacional (cargo del que tomó posesión el 15 de mayo de 1943) y, al lado de su amigo Jules Romains, refugiado en México para escapar del nazismo, fundó el Instituto Francés de América Latina (IFAL). Ayudó a jóvenes escritores, entre los que se cuenta Octavio Paz. Fue varias veces candidato al Premio Nobel, sin éxito. De 1957 a 1959 presidió la Academia Mexicana de la Lengua.
La figura de Reyes amparó a todos los escritores mexicanos de la segunda mitad del siglo XX no sólo por la profundidad de ideas, sino también por su solidez moral. Quizá el mejor Reyes es el de los ensayos, escritos con una gran economía de medios y erudición clara y precisa, lo que lo ha convertido sin discusión en el paradigma de la ensayística latinoamericana y en el maestro de México.
En el transcurso de pocos años Reyes sufrió varios infartos, atendidos por Ignacio Chávez. El cuarto le costó la vida. Murió el 27 de diciembre de 1959 en la ciudad de México. El presidente Adolfo López Mateos decretó un día de luto nacional. Sus restos reposan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.


Índice de la obra

I.—     Madama Lucrecia, último amor de Don Alfonso el Magnánimo
II.—    Dos Centenarios. (Cisneros - Lutero)
III.—   Antonio de Nebrija
IV.—   Chateaubriand en América
V. —   Américo Vespucio
VI.—   Fray Servando Teresa de Mier
VII.—  Fortunas de Apolonio de Tiro
VIII.— Don Rodrigo Calderón
IX.—   Gradan y la guerra
X.—    Felipe IV y los deportes
XI,—   Napoleón I, orador y periodista
XII.—  Un abate francés del siglo XVIII
XIII.— El Obispo de Orense
XIV.— En la casa de Garcilaso
XV.—  Francisco Codera y Zaidín


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