Antonio de Lara y Pedrajas - ANTONIO CANOVAS DEL CASTILLO. Estudio crítico

Antonio Cánovas del Castillo fue un destacado político y escritor español. Tuvo un sumo interés por el periodismo y todos los asuntos relacionados con la historia. Escribió célebres artículos que publicó en La patria, El Murciélago y La América. Asimismo fue el verdadero autor de la Constitución de 1876.
Nació en Málaga el 8 de febrero de 1828. Fue hijo de un maestro que murió cuando él tenía 13 años. Luego se instaló en Madrid, donde vivió con su tío Estébanez Calderón -escritor costumbrista-.
Ingresó en la universidad para cursar la carrera de Leyes. Participó como periodista en varios periódicos, y también emprendió estudios de carácter histórico, así como una producción literaria diversa; escribió su novela histórica "La campana de Huesca", "Historia de la decadencia de España", etc.
En cuanto al ámbito político, se inició de la mano de O´Donell, quien proclamó la revolución del 54 con el "Manifiesto de Manzanares", se dice escrito por el propio Cánovas. Afiliado al Partido Moderado fue diputado en las Constituyentes de 1854. Estando en Roma desempeñó misiones diplomáticas. Fue miembro de la Unión Liberal y miembro de la Academia de la historia. Con Isabel II en el poder fue ministro de Gobernación en 1864 y de Ultramar en 1865. Cuatro años después fue diputado de las Cortes Constituyentes y se convirtió en líder de una pequeña representación de ideología liberal conservadora. Con la caída de Isabel II, Cánovas se retiró del poder. En esta posición se opuso a la libertad religiosa y defendió el ascenso del hijo de Isabel, Alfonso, al trono. Retirado de la vida política debido al advenimiento de la Primera República, en 1872 fue de nuevo diputado.
Al ser restablecida la dinastía borbónica, la cual encabezó, presidió el Consejo de Ministros de Alfonso XII. Verdadero autor de la Constitución de 1876, arbitró la política española durante la regencia de María Cristina. En repetidas ocasiones desempeñó el cargo de jefe del gobierno conservador, en alternancia con el liberal.
Cánovas se preocupó porque existieran dos grandes partidos en que se apoyara la monarquía. Primero consolidó su propio partido, el Conservador, integrando a moderados, unionistas y progresistas desengañados. Después, ayudó a crear un partido de izquierda dentro del sistema. Práxedes Mateo Sagasta, procedente del proceso iniciado con la Revolución de 1868, fue la persona capaz de fusionar y dirigir este conglomerado de antiguos partidos revolucionarios que en 1879 se transformó en el Partido Liberal-Fusionista. Una vez logrado un único Partido Liberal, capaz de seguir a Sagasta, la estabilidad del régimen de la Restauración estaba asegurada. Fuera de estos partidos quedaban aquellos que no reconocían a la monarquía Borbónica: carlistas, republicanos, socialistas y anarquistas. A partir de 1881 se hizo realidad el turno de partidos, que se alternaron hasta el fin del siglo.
Definía a la nación como una realidad independiente, resultado de la historia, en ningún modo resultado de la voluntad de un pueblo y, por tanto, sujeta sólo a unas normas superiores y anteriores a cualquier decisión particular. Estas normas constituyen las "verdades madres", conjunto de principios que no admiten discusión: libertad, propiedad, monarquía, dinastía hereditaria y la soberanía conjunta de Rey y Cortes. Estos principios son la "Constitución interna"; la otra Constitución, la concreta, debe limitarse a recoger e interpretar el fondo permanente de la Constitución interna.
En 1884 volvió a formar gobierno, pero cuando murió el monarca renunció, por lo que Sagasta ocupó su puesto. Es a esta época que corresponde su ensayo histórico "Estudios del reinado de Felipe IV".
Al comienzo de la década de los noventa ocupó de nuevo la presidencia con Silvela como ministro de Gobernación. En esta ocasión permaneció en el poder hasta 1892. Tres años más tarde se lo nombró presidente del consejo de ministros. En esta época tuvo que afrontar algunos problemas como el anarquismo, la separación de Cuba.
Murió asesinado el 8 de agosto de 1897 por el anarquista italiano Angiolillo en el balneario de Santa águeda (Guipúzcoa).
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