Mario Méndez Bejarano nace en Sevilla el 5 de diciembre de 1857 y muere en Madrid el 16 de enero de 1931. Cursa los estudios de Filosofía y Letras en Sevilla, en 1887 obtiene una cátedra de instituto en Granada y desde 1900 es catedrático en el conocido Instituto de Bachillerato Cardenal Cisneros, de Madrid.
Participa activamente en la gestación de las ideas andalucistas que florecieron en los comienzos del siglo. Méndez Bejarano era miembro de la Sociedad de Buenas Letras de Sevilla, y tuvo gran resonancia su conferencia en 1907 "Idiosincracia andaluza" en el Centro Bético de Granada. Por este tiempo es vicepresidente del Centro Regional Andaluz, de tanta importancia en la formación del andalucismo ideológico y político.
Su actividad en la política activa como diputado coincide con sus trabajos de promoción cultural, con la fundación y dotación a sus expensas de las bibliotecas públicas de Cazalla, Constantina y Lora del Río. Pero su inquietud intelectual no se circunscribe al andalucismo. También en otras ideas políticas, en movimientos renovadores y en incipientes ideas sobre feminismo estuvieron presentes el pensamiento y las ilusiones de este intelectual benemérito.
En filosofía trabajó con éxito. A él se debe la Historia de la Filosofía en España hasta el siglo XX, editada en Madrid en 1925-1926, con interesantes aportaciones a la filosofía española de la Ilustración y a la de sus oponentes, lo mismo que a la influencia de Hegel en el XIX.
La recreación histórica de la guerra en términos de unanimidad patriótica antifrancesa relegó a un papel secundario el estudio de la España bajo control francés y menospreció la entidad del colaboracionismo con el régimen josefino. De ahí que los aspectos tratados en este tema merezcan poco espacio en las historias escritas durante los cien primeros años después de la guerra. Fue Mario Méndez Bejarano con su Historia política de los afrancesados, Madrid, 1912, uno de los primeros autores en centrar su atención sobre esta otra España. Pero en su obra tan sólo hay una visión muy general de la cuestión, a pesar del título y de la comprensión del papel jugado por los afrancesados: "no fueron traidores a la madre patria, sino patriotas liberales obligados a aceptar la no elegida posición en que los colocaron las circunstancias por la fatal evolución del proceso histórico".