En el amplio panorama de las letras hispanoamericanas del siglo XIX, se distinguen algunas figuras que la crítica ha señalado desde siempre como representativas y en más de un sentido fundadoras del quehacer literario y, en algunos casos, del político-social. Figuras que en su tiempo propugnaron el americanismo y la solidaridad cultural reconocida en el idioma, el arte, el pensamiento y tantas otras manifestaciones humanas de carácter esencial. Una de ellas, el peruano Ricardo Palma (1833-1919), quizá más que otra alguna, suscitó una corriente de admiradores e imitadores que surgieron en todos los países del universo americano hispanohablante.
En 1892 viajó a España como delegado oficial del Perú a las celebraciones del cuarto centenario del acontecimiento colombino, ocasión que le permitió asistir a muchos congresos, hacer intensa vida social en los salones madrileños, comprobar el aprecio que le habían ganado sus obras, así como vigilar la publicación de sus Tradiciones peruanas por la afamada casa editorial Montaner y Simón de Barcelona. El diario limeño El Comercio publicó sus reportajes de atento corresponsal viajero. Las ocurrencias del periplo, realizado con sus hijos Angélica y Ricardo, darían lugar al sabroso libro Recuerdos de España (1897).
Extraido de Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
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