Madrid : Impr. de la Biblioteca Universal Económica, 1869.
Redactor del periódico La Época, Carlos Navarro y Rodrigo inició su carrera política como diputado por Alicante en las elecciones de 1858 es nombrado gobernador de Baleares obteniendo en las elecciones de 1865 un escaño en representación de dichas islas. En 1866 se opuso al movimiento revolucionario que intentó acabar con el gobierno del General Narváez aunque criticará la fuerte represión que se desató tras el fracaso de la misma, críticas que le acarrearán el destierro, en 1867, a Oviedo.
En 1868 con el triunfo de la revolución de septiembre, más conocida como La Gloriosa pertenecerá a la Junta Revolucionaria de Madrid y en las subsiguientes elecciones de 1869 volverá a ser elegido diputado por Baleares. En las sucesivas elecciones, hasta la de 1886, volverá a ser elegido diputado por Cuenca, Almería y Jaén, pasando a partir de entonces a ser elegido senador hasta 1893.
Ministro de Fomento durante la Primera República Española en el gobierno que entre el 3 de septiembre y el 31 de diciembre de 1874 bajo la presidencia de Práxedes Mateo Sagasta, volverá a ocupar dicha cartera ministerial durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena en el gabinete presidido nuevamente por Sagasta entre el 10 de octubre de 1886 y el 14 de junio de 1888.
Reseña de la obra aparecida en La Revista de España, Tomo VIII, nº 26, pags 155-158, Madrid, 1869:
El libro de que vamos á ocuparnos brevemente tiene grandísimo interés bajo dos puntos de vista principales. Primero, como biografía del personaje más notable que ha habido en la política española durante estos últimos años; y segundo, como narración de sucesos y exposición de problemas que aún no se han desarrollado por completo y que aguardan todavía soluciones de que ha de depender el porvenir de la pátria.
Además el General O'Donnell fué el creador y el jefe de un partido político que, sin ofender á los demás, llegó á reunir en su seno los hombres más importantes por su posición social, por su saber, por sus talentos, por su reputación militar, que se habian dado á conocer hasta entonces en nuestra pátria, y era tal el influjo que tenía en esa agrupación, y tan grande la altura á que habia sabido colocarse aun en medio de tantas notabilidades, que muchos han afirmado de buena ó de mala fe que su muerte ha sido la muerte de ese partido, y que con la desaparición de su jefe se ha disuelto tan importante agrupación política.
El tiempo y los acontecimientos demostrarán hasta qué punto es inexacto y apasionado semejante juicio; pero basta que haya podido formularse, y que muchos lo crean, para conocer la gran significación, el influjo extraordinario que tuvo en España el Duque de Tetuan, arrebatado por la muerte cuando aún podia haber prestado grandes servicios á su pátria.
Aunque sea de paso, diremos que con su nombre, que debe conservar, porque las tradiciones son una gran fuerza para los partidos, ó tal vez con otro, la Unión Liberal no dejará de existir, pues es el resultado necesario de la situación política, no sólo de nuestra pátria, sino de casi todas las naciones del continente.
En Francia es en los momentos presentes la Unión Liberal, idéntica en el nombre y en la esencia á la que aquí se formó y posterior á ella, el partido que combate la política personal aún dominante en el vecino Imperio, y el que ofrece esperanzas de éxito á los que desean el triunfo de las libertades que M. Thiers llamaba necesarias, sin el acompañamiento doloroso, y las más veces funesto de la revolución material, y sin los peligros de las doctrinas disolventes del socialismo.
En Italia los hombres que siguen las gloriosas huellas del Conde de Cavour son los que han llevado con admirable sentido político esa gran nación á la conquista de su unidad y de su independencia, al par que al ejercicio normal y ordenado de las instituciones constitucionales, evitando los escollos en que hubiera sin duda naufragado Italia si se hubiese dejado arrastrar por los delirios de los partidarios de las ideas exageradas y profundamente trastornadoras de Mazzini.
Lo mismo sucederá sin duda en nuestra pátria; tal vez la tempestad revolucionaria que estamos corriendo llegue por algunos instantes á cubrir bajo sus olas embravecidas los elementos conservadores del país; tal vez su importancia parezca destruida por algunos momentos; pero la violencia desaparecerá, porque lo violento no es duradero; las aguas cobrarán su nivel, y seguirán sus corrientes ordinarias, volviendo á levantarse sobre su superficie las rocas que las contienen y encierran en su cauce, y entonces los verdaderos y legítimos intereses sociales recobrarán su saludable indujo. Los nuevos elementos que la Revolución haya creado se organizarán y coordinarán por los hombres conservadores del porvenir, porque, como afirmó con una sinceridad que le honra en uno de sus últimos discursos el Sr. Castelar, la gobernación de los Estados pertenece y ha de pertenecer siempre en todos los países á las clases y á las personas que representan esas ideas. La Unión Liberal tiene pues una gran misión en el porvenir; cualesquiera que sean las vicisitudes inmediatas que le esperen, será el partido gubernamental por revolucionario.
La anterior digresión se enlaza naturalmente con el asunto propio de este escrito, porque si es cierto que en el presente, y sobre todo en el porvenir, la Unión Liberal ha de desempeñar, en nuestra pátria, un papel tan importante como suponemos, todo lo que se relaciona con el que fué su creador y su jefe ha de inspirar vivísimo ínteres á los que se ocupan de política, que hoy es todo el mundo, porque por lo mismo que atravesamos una profunda y temerosa crisis, no hay nadie que no vea en ella comprometidos sus intereses más caros, al propio tiempo que los de la pátria.
El Sr. Navarro y Rodrigo ha tratado con mucha habilidad el asunto de su libro, que no es una biografía descarnada del General O'Donnell, sino una serie de cuadros magistralmente dibujados en que se presentan á la imaginación del lector las situaciones porque España ha atravesado desde la muerte del último monarca, agrupando artísticamente los sucesos alrededor del personaje que es, por decirlo así, el protagonista de la obra, y cuya vida es el elemento que le da unidad y que la conduce de un modo natural á su desenlace.
La obra que examinamos recuerda, involuntariamente, los inmortales ensayos de Maccaulay ó el interesante libro que M. Guizot ha dedicado al ilustre Sir Roberto Peel, y no está hecho con menos habilidad ni con menos éxito que estas producciones: así es, que nosotros, que nos propusimos sólo hojearla para dar una ligera idea de ella á nuestros lectores, no hemos podido dejar de leerla desde la primera hasta la última página, absorbidos por el interés que nos inspiraban, no tanto los sucesos acaecidos que en ella se refieren, sino la manera de narrarlos, la belleza y calor del estilo, y la imparcial profundidad de los juicios que el autor formula sobre las personas y sobre las cosas.
El General 0'Donnell empezó, como se sabe, su vida pública en la guerra de los siete años, lucha fratricida, pero gloriosa y fecunda, porque en ella, más que los derechos al Trono de dos individuos de la dinastía de Borbon, se disputaban el triunfo la idea del pasado y la del porvenir; logrólo al cabo ésta, y de entonces data nuestra regeneración, que si no ha sido tan completa y fecunda como podíamos esperar, se debe á obstáculos que tal vez ahora desaparezcan para siempre.
O'Donnell consiguió desde los primeros años de la guerra alto renombre militar, sellando con su sangre su unión con la causa constitucional á que permaneció fiel toda su vida; su valor y su pericia le valieron la Cruz laureada de San Fernando, testimonio auténtico, en quien la alcanza, de verdadero heroismo, y el haber llegado á General cuando apenas habia entrado en la mayor edad, siendo un hecho de armas glorioso la ocasión y el motivo de cada uno de sus ascensos. Ya como Jefe de Estado Mayor del ejército del Norte, manifestó todas sus grandes cualidades militares, á las que debió que el Gobierno le nombrase General en Jefe del ejército del Centro, donde la causa liberal llevaba la peor parte, siendo Cabrera el terror y el dueño de aquellas comarcas. Con los escasos elementos que en ellas habia, logró O'Donnell cambiar completamente la faz de las cosas, llevando á las tropas que mandaba de victoria en victoria desde Lucena hasta Cenia, y contribuyendo eficaz y poderosamente á la terminación gloriosa de aquella terrible y fratricida guerra.
Una de las particularidades que mayor interés dan al libro del Sr. Navarro y Rodrigo, consiste en que desde el párrafo quinto al décimo inclusive se contiene la única memoria autógrafa que ha quedado del General O'Donnell, en la cual refiere con la exactitud y competencia que es de suponer, toda la brillante campaña del ejército del Centro durante la época que estuvo á sus órdenes; documento cuyo valor histórico no es necesario encarecer, y cuya curiosidad es tanto mayor, cuanto que, como dejamos dicho, es el único escrito de un hombre que por serlo principalmente de acción, no se dedicó á este género de trabajos.
Es ya imposible que recorramos, ni aun con rapidez, las fases principales de la vida pública del Conde de Lucena. Recordaremos sólo, que terminada la guerra civil, no siguió al General Espartero, desaprobando los actos que le llevaron al puesto elevadísimo de Regente del Reino, y, habiendo tomado parte en los sucesos de Octubre de 1841, demostró en Pamplona aquellas calidades de que dio tan altas muestras en 1854.
Después de su mando en Cuba, donde estuvo cinco años, durante los cuales adquirió tan grande importancia, y desarrolló tanta riqueza aquella importantísima colonia, volvió á España, y en el puesto importante de Director general de Infantería prestó los servicios que podían esperarse de su competencia en las cosas militares, y singularmente en el arma de que procedía, y por la que tenia tanto entusiasmo.
La funesta reacción que se intentó en nuestra pátria en 1851, determinó la actitud política del General O'Donnell, quien desde entonces se consagró por completo al triunfo de la causa liberal, que corría grandísimos peligros. Los sucesos ocurridos desde Enero del 54 en que se ocultó en esta Corte para no someterse á la orden de destierro dictada por el Ministerio del Conde de San Luis, hasta el alzamiento en 28 de Junio del mismo año, tienen todo el interes de una novela, y, aunque rápidamente, los refiere con gran novedad el Sr. Navarro.
Igualmente las páginas que se dedican en este libro á narrar lo sucedido hasta las jornadas de Julio del 56, son interesantísimas y dan idea exacta de la posición que desde aquella época alcanzó O'Donnell como jefe de partido y como hombre de gobierno. La situación que entonces se inició y que fué tan fecunda, tuvo por origen la actitud que tomó en el Senado el Conde de Lucena en el año siguiente, donde, pronunció un notabilísimo discurso, que inserta integro el autor en su libro, con tanta más razón, cuanto que en él se contiene el programa político que sirvió de norma á la conducta del Duque de Tetuan hasta el último instante de su vida.
El Ministerio de los cinco años y la guerra de África, que durante él tuvo lugar, dan materia á una buena parte del libro que examinamos. El autor presenció la gloriosa campaña que terminó con la victoria de Vad-Ras, y por lo tanto sus noticias y sus juicios tienen todo el valor histórico que se atribuye al testimonio de los que hablan de los sucesos de ciencia propia y no por relaciones más ó menos exactas, lo cual hace que su libro sea de los que en los tiempos venideros deberán consultar los que quieran escribir la historia de nuestra pátria en este período. La cuestión de Méjico también se examina con detenimiento por el Sr. Navarro, y los juicios que sobre aquellas cosas emite son acertados y curiosos, porque revelan circunstancias hasta ahora poco conocidas, que influjeron de un modo decisivo en su curso y desenlace.
El último Ministerio y el último período de la vida del General O'Donnell, ofrecen verdadero interés de actualidad; lo que ahora pasa es consecuencia natural de lo que ocurrió entonces, y como se trata de sucesos tan próximos, no tenemos para qué referirlos: los acontecimientos públicos, todos los conocemos, los móviles profundos, las tendencias y aspiraciones de los personajes que entonces figuraban y todavía se agitan en nuestra vida política, son materias que trata con detenimiento, con imparcial juicio y con gran competencia el Sr. Navarro y Rodrigo, y no pueden extractarse: los lectores encontrarán en esta parte de la obra datos curiosísimos y apreciaciones muy interesantes, en las circunstancias en que nos hallamos; por lo cual creemos que el éxito de este libro será tan completo como merecen sus condiciones literarias, de las que no hablamos tanto como era menester, porque nos hemos detenido mucho en lo que constituye su fondo, forzados á ello por la vivísima curiosidad que nos ha inspirado, y que sentirán cuantos lean siquiera sus primeras páginas.