Benito Pérez Galdós – ELECTRA

Una de sus obras más aplaudidas fue Electra (1901), pero no se sabe bien, a pesar de su calidad literaria –sin ser una obra maestra–, si el triunfo vino por su contenido dramático o por el carácter político del que se impregnó. Lo curioso es que este carácter político no se lo dio el autor, sino el público, que aprovechó el argumento del drama para expresar su ira anticlerical en un momento convulso para la sociedad española.
Una joven huérfana ingenua y alegre –Electra–, que ha sido acogida por sus tíos, de buena posición social y muy preocupados por la caridad, se ve de pronto presionada por su entorno para seguir los pasos de la religión o de la laicidad. Los personajes se sitúan en dos bandos: el religioso, en el que militan los tíos y Pantoja –personaje clave– y el laico, del que forman parte el marqués de Ronda y Máximo. Pantoja es un personaje siniestro, que hará lo que sea para que Electra entre en un convento; representa la reacción y el clericalismo. Máximo es un científico notable, que ama a Electra y quiere casarse con ella; representa el progreso. En el momento climático del drama, Máximo agrede a Pantoja, pues éste ha hecho enloquecer a Electra contándole una mentira para que no se case. Es entonces cuando, el día del estreno –el 30 de enero de 1901–, parte del público se levanta y grita: ´Abajo los jesuitas`. El acto es sorprendente, pues Galdós en ningún momento menciona a los jesuitas en su libreto. Sin embargo, algunos espectadores identifican al personaje de Pantoja con el jesuitismo y expresan su ira contra el clero de este modo.
El asunto tiene un trasfondo histórico. Un año antes se produjo un suceso que afectó a la opinión pública. Una dama de buena familia, con novio, acude a unos ejercicios espirituales impartidos por un sacerdote jesuita y éste la convence de que abandone la vida mundana e ingrese en un convento. El asunto llegó a los tribunales y, por supuesto, a los periódicos. A pesar de que hay diferencias entre este caso y la obra de Galdós, el público asoció ambas historias. Esto, unido a la situación de tensión que experimentaba el país por la crisis social –tras el desastre del 98– y el enfrentamiento con ciertas órdenes religiosas por parte de sectores liberales, fue lo que encendió la mecha en aquel estreno y convirtió Electra en noticia y en un éxito clamoroso.


El argumento, si bien diferente, estaba inspirado en el caso de Adelaida Ubao, que ocupó las noticias de la prensa. Esta joven, menor de edad, ingresó en un convento en contra del deseo de su propia familia, lo que obligó a la madre a elegir a Nicolás Salmerón para que la defendiera en los tribunales, juicio que ganó el abogado republicano.

Y hablando de Electra —escribe Julia Escobar en Libertad Digital— ¿tengo que recordar que a su estreno en el Teatro Español, durante la noche del 30 de enero de 1901, asistieron todos? Y cuando digo todos, quiero decir Baroja, Azorín, Valle Inclán (de él viene lo de “garbancero” que yo creía felizmente olvidado), Maeztu. Y todos, encabezados por este último, se entusiasmaron e identificaron con el contenido liberal de la obra a la que convirtieron en el símbolo de los nuevos tiempos. Aunque al leerla ahora nos parezca imposible, en su momento provocó una verdadera revuelta anticlerical que dividió al país y que se comparó (este tipo de cosas sí pueden hacerse) con el estreno de Hernani en Francia, por sus repercusiones políticas y sociales. Ocurrió con esta obra, como con la Salambó de Flaubert o el Joven Werther de Goethe, que dejaron su sello en las costumbres de la época. Cito a la también galdosista Carmen Bravo Villasante: “Durante varios meses, el país vivió bajo el signo de Electra. Se vendían cigarrillos Electra, sombreros Electra, caramelos Electra y hasta el dueño de Lhardy escribió a Galdós pidiéndole permiso para bautizar un plato con el nombre de Electra. Alcalá Galiano escribía a su amigo llamándole Electrísimo Sr. El nuevo gobierno llamóse Gobierno Electra”.



Un excelente documental a cargo de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) donde se reseñan muchos de los entresijos de la representación de la Electra galdosiana.