Galdós recrea en un imaginario pueblo de la provincia de Barcelona, llamado Santa Madrona, esta comedia en cuatro actos, en la que una familia de la alta burguesía está a punto de arruinarse. Para salvar el patrimonio familiar pretenden casar a una de sus hijas con un antiguo criado, que retornado de América con una inmensa fortuna, desea el enlace. La rocambolesca estrategia urdida por “La Loca de la Casa” desembocará en un final ventajoso para todos los personajes.
¿Ofrece Galdós —escribe Clarín, no sin destacar ciertas debilidades del Galdós dramaturgo— en las tablas españolas una verdadera novedad dramática digna de estudio y de fomento? Realidad, su primer ensayo y el mejor hasta ahora, presenta una saludable innovación, es una batalla ganada al convencionalismo y una puerta abierta á la realidad, á la idea profunda, á la psicología representable. No vale tanto La loca de la casa, pero todavía vale mucho, á pesar de importantes defectos.
La idea es hermosa, sugestiva, de un simbolismo claro y de veras artístico; el desempeño en los rasgos principales, en el plasticismo escénico, casi siempre admirable... pero no se puede negar que la obra muerta ahoga muchas veces la acción. Casi todos los personajes secundarios sobran; sus intereses particulares, que en la escena se ventilan, enojan al público, le distraen, le aburren, y el prurito de la exactitud prolija en los pormenores técnicos del negocio fatiga, hastía indudablemente.
Pero ¡qué de incidentes bellos! ¡Qué observación profunda, qué hermoso diálogo, qué sentimiento natural y tierno!