Juan García Loaysa y Mendoza - CARTAS AL EMPERADOR CARLOS V ESCRITAS EN LOS AÑOS 1530-1532 POR SU CONFESOR

Juan García Loaysa y Mendoza (Talavera de la Reina, 1478 - Madrid, 22 de abril de 1546) fue un arzobispo e inquisidor español de la orden de los dominicos. Nombrado cardenal de la Iglesia Católica por el papa Clemente VII, en el consistorio del 9 de marzo de 1530. Además fue Maestro General de la Orden de Predicadores.
Residió en el convento de Talavera de la Reina (Toledo). En su juventud estudió en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, del que llegó a ser rector. En 1516 fue nombrado Provincial de la orden dominica en España. En 1522 fue elegido confesor del emperador Carlos V. El 8 de junio de 1524 fue nombrado obispo de Osma. El 2 de agosto, nombrado presidente del Consejo de Indias. El mismo año renunció al cargo de Maestre General de la orden dominica que ocupaba desde 1518. El 16 de mayo de 1530 fue investido Cardenal con el título de Santa Susana y el 23 de febrero de 1532 nombrado obispo de Sigüenza. El 23 de Mayo de 1539 fue transferido a la sede metropolitana de Sevilla con la dignidad de Arzobispo.

Introducción de la obra por G. Heine (nota dirigida a Don Pedro Sainz de Baranda, presbítero, cura de la iglesia de Santa Cruz, individuo y bibliotecario de la Academia de la Historia en Madrid) 
Hace mucho tiempo, que deseaba se me proporcionase ocasion de manifestarle á Vm. á la faz del mundo lo que tantas veces le he repetido de palabra, y es, que no he conocido Español alguno, que tanto se interesase como Vm. por los trabajos cientificos, que me condujeron á esa Peninsula desde mi lejana patria; ninguno que con tal desinteres me auxiliase á llevarlos á cabo, y ninguno que estuviese dotado de mayor ilustracion: hace largo tiempo, que abrigo este deseo de tributarle á Vm. publicamente las mas rendidas gracias por la bondad y benevolencia, con que tuvo Vm. a bien favorecer en sus investigaciones á un estrangero, que le era á Vm. casi desconocido. Por fin se me presenta la coyuntura favorable, que apetecia, al entrar en aquella época grandiosa, en que la España y la Alemania, habiendose dado la mano como hermanas, desplegaron unidas su grandeza y fueron felices y grandes, mientras duró su alianza, cuya dosunion parece motivada mas bien por preocupaciones que por antipatia y diferencia de intereses.
Esta época me trae necesariamente á la memoria y me hace encomiar con orgullo la amistad, con que Vm., el Español, ha acogido á mi, al Alemán, despues de haberse visto separadas por varias vicisitudes nuestras naciones. Y en este sentido he puesto su nombre de Vm. al frente de estos documentos, que nos recuerdan aquella grande época mas al vivo que todos los demás que conozco. Es verdad que últimamente se han hecho en Alemania publicaciones de esta especie, entre otras la distinguida de Lanz, el cual ha dado á luz en tres tomos cuanto ha podido hallar en los archivos de Bélgica relativo a la correspondencia del Emperador Carlos V; pero su obra, cuyo mérito debemos reconocer, se diferencia de la presente, así como otras varias anteriores, en que en ellas habla el Emperador con hombres de estado y dignatarios, al paso que en la mia, si bien aparece igualmente en primer término el poderoso Monarca, ¿ quien España y Alemania veneraron al propio tiempo como á su Soberano, el qué le dirige la palabra no es sin embargo un confidente cualquiera, sino el hombre que sabia sus mas recónditos pensamientos, su confesor, aquel confidente, del cual dice el Embajador Veneciano cerca de Carlos V en la memoria, que pasó á su república en el año de 1531, que era la única persona capaz de influir en el ánimo del Emperador. . .
Garcia de Loaysa, entonces Cardenal Obispo de Osma, despues de Siguenza, y últimamente Arzobispo de Sevilla y Inquisidor General era hacia ya siete años confesor y confidente de Carlos V, cuando este sanó de España en 1529 y le llevó consigo á Italia. El Emperador se trasladó desde Boloña á Alemania, donde acaecieron los sucesos conocidos, que fueron la causa primitiva de la division entre España y Alemania; y su confesor recibió la grave comision de ir á Roma á velar por los intereses del Emperador. Con este motivo nos es posible ahora tomar parte en la conversacion de ambos personages, pues necesariamente tuvo que establecerse entre ellos una correspondencia confidencial. Las cartas, que el Cardenal dirige á Carlos V, y en las cuales habla no solo de los asuntos personales del Emperador, sino tambien de los acontecimientos de aquella época memorable, se hallan en el Archivo de Simancas, donde las copié con autorizacion del Govierno Español; alcanzan hasta el año de 1532, en que el Emperador regresando á Italia volvió á unirse con su padre espiritual.
No me ha sido posible dejar de presentar á mis compatriotas en version alemana las graves é importantes cartas de un varon de tanta influencia, añadiendoles notas y apéndices para ilustrarlas; pero tampoco he querido privar de una escrupulosa copia de las originales á los que conozcan la lengua castellana.
Ojala contribuya esta publicacion a que por lo menos los sabios de su pais de Vm. y del mío traten de unirse con mas estrechos lazos, cualquiera que por otra parte sea el aspecto que tomen nuestras relaciones politicas y comerciales. Y por lo que hace á Vm. en particular quiero que sirviese para recordarle los infinitos favores, de que me colmó Vm. en Madrid, y para inclinarle á profesarme ahora la misma amistad que entonces, á pesar de que me hallo ausente. Dignese Vm. pues recibir este opúsculo como una débil prueba de mi sinceró afecto y verdadero reconocimiento.