En pleno auge de la corriente realista, en la cual los novelistas de mediado del siglo XIX pretendían mostrar situaciones y personajes de la vida común en sus obras, Anna Karenina, una ficción del escritor ruso León Tolstoi, resultó ser todo un hito de la literatura universal por su crítica a la aristocracia de la época y a la hipocresía de un selecto círculo de la alta sociedad rusa.
“El entorno social de Anna Karenina nos hace considerarla, en principio, un retrato fidedigno de las grandezas y miserias de la Rusia del siglo XIX, con profusión de alusiones a títulos honorarios y acontecimientos que nuclean a la nobleza de aquel entonces”, explica el escritor Carlos Gómez, y agrega que “es más que loable la rigurosa descripción de los ambientes y ritos sociales en boga por aquél entonces entre las minorías de la élite, en antitética postura con respecto a ‘la otra Rusia’, la del paulatino empobrecimiento masivo”.
La gran novela del conde Tolstoi narra el desarrollo de dos amores que se desenvuelven en paralelo. Anna Karénina , mujer de la alta sociedad enamorada del joven oficial Vronski, abandona a su esposo y a su hijo para seguir a su amante El romance tiene un final trágico, con el suicidio de la gran dama arrojándose al tren. A la vez que se nos hace crónica de estos amores desgraciados, la novela nos ofrece, en contrapunto, la apacible historia de amor de la hermana de Anna que se casa con un noble terrateniente para vivir dichoso en el campo.
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