William Shakespeare - CUENTO DE INVIERNO

El Cuento de Invierno es la penúltima obra de Shakespeare, y es, por su temática, prácticamente inclasificable en ningún género concreto, y por su contenido, una obra de espectáculo total, en el que tragedia, comedia pastoril, música y baile se entremezclan magistralmente.
El título alude al carácter de historia fantástica del texto, como para ser contado alrededor del fuego. Tiene elementos trágicos, pero sobre todo de comedia pastoril. Aunque todo ello se refiere a la forma: de nuevo, Shakespeare vuelve a crear una obra propia, con implicaciones psicológicas, imposible de clasificar.
La acción se desarrolla en dos tiempos con un intervalo de dieciséis años y se alterna entre Sicilia y Bohemia. Inspirada en la tragi­comedia romancesca, trata las relaciones entre padres e hijos en una trama de pérdida y recuperación, discordia y reconcilia­ción en la que intervienen elementos sobrenaturales.
Lo que comienza con una terrible trama de celos injustificados pasa después a ser una comedia pastoril y termina con felices escenas de solemnes arrepentimientos. Brillante en todo momento, el autor aprovecha los vericuetos narrativos para ensartar sus personajes eternos, como en todas sus mejores obras. Y a través de esos personajes (Leontes, Perdita, Florisel, Paulina, Autólico) va entregando sus reflexiones acerca del comportamiento humano, del arte y la naturaleza, del amor y del arrepentimiento.
Dada la importancia que en todas sus «divinas comedias» tiene el espectáculo y el tratamiento artístico de sus ingredientes, esta obra se distingue, también, por su carácter experimental y aun vanguardista. Aunque poco apreciada por los escritores y críti­cos neoclásicos, El cuento de invierno ha ido ganando desde el siglo XIX en estima y admiración hasta convertirse, en opinión de algunos, en la más bella creación de Shakespeare.