Se puede acusar a Gómez Carrillo de superficial, pero no lo es; hubiera podido ser más profundo y trascendente, es cierto; pero basta repasar la lista de sus amigos y admiradores para darse cuenta de la trascendencia de su personalidad: Rubén Darío, que fue propiamente su primer protector; Leopoldo Alas, Clarín; Jean Moreas; Mauricio Maeterlinck... Lo elogian también Pérez Galdós, Julián del Casal y Blasco Ibáñez, entre otros. Sin el genio creador y renovador de Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo es el segundo escritor centroamericano que remueve con cierta sensación el clima de Europa.
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