Gregorio Cruzada Villaamil o Villamil (Alicante, 1832 - Madrid, 29 de noviembre de 1884), fue un historiador y crítico del arte, periodista y político.
Como periodista fue redactor de La Revista Ibérica y dirigió La Razón (1860-1861), el boletín mensual El Arte en España (1862-1870) y El Averiguador (1867). Usó el cervantino pseudónimo "El difunto pintor Orbaneja". Denunció la ruina de la Catedral de León y promovió su restauración; conocido por su gran trabajo historiográfico, siguió los pasos de Ceán Bermúdez y con la metodología del positivismo documentó a fondo sus trabajos y cargó de datos sus juicios para conseguir el más alto rigor. Después de Antonio Palomino, fue el primer estudioso de Diego Velázquez, en especial su relación con Rubens. Acompañó a Berlín a su gran amigo el poeta y dramaturgo Eulogio Florentino Sanz, nombrado secretario de la legación española, aunque volvió enseguida.
Mención aparte merecen sus trabajos sobre Francisco de Goya, de quien descubrió en 1870 los cartones para tapices en el sótano del Palacio Real de Madrid; logró que pasaran a engrosar la colección del Museo del Prado.
Fundó y promovió diversos estudios sobre el arte en España, destacando en especial el citado boletín mensual El Arte en España, que dirigió entre 1862 y 1870. Como crítico de arte varias veces apoyó la carrera de pintores como Antonio Gisbert. Conspicuo liberal, Cruzada ejerció varias veces puestos públicos de importancia y relacionados con el patrimonio artístico, como jefe de la Comisión de Inventarios, y las direcciones generales de Estadística y de Correos y Telégrafos; en este último cargo estuvo un sexenio (1875-1881) y le cupo restaurar la red destrozada por la última guerra carlista y elaborar unos Anales de las Ordenanzas de Correos de España (1879) en varios volúmenes. Fue miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; perteneció también a la Sociedad de Bibliófilos Españoles y colaboró con Francisco Asenjo Barbieri en exhumar códices de música antigua española, de los cuales descubrió algunos, en especial el Cancionero de Palacio o de Barbieri, que halló en la Biblioteca del Palacio Real en 1870 y fue impreso en 1890.
En la obra de Goya, fue el primer historiador que revisó sus cartones y los catalogó cuidadosamente, rescatando varios documentos de archivo para lograr un buen estudio.
Con el nombre de cartones para tapices[1] se conoce a un conjunto de obras emprendidas por Francisco de Goya entre 1775 y 1792 para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.
Por influencia de su cuñado Francisco Bayeu, el pintor de Fuendetodos se asentó en la corte de Madrid hacia finales de 1774. Al año siguiente comienza a pintar los cartones para la confección de tapices que adornarán los palacios del rey Carlos III. Con un breve intervalo entre 1780 y 1786, Goya realizará esta labor hasta 1792.
En su mayoría esta parte de la obra goyesca se resguarda en el Museo del Prado, heredero de las colecciones reales españolas. Otras obras de esta serie fueron llevadas al extranjero durante la Guerra de Independencia, y se conservan en pinacotecas de Suiza, Reino Unido y Estados Unidos de América.
ENLACES