No es ciertamente Aristófanes el poeta cómico de mas valía; pero ningún satírico le ha igualado en la antigüedad y en los tiempos modernos; ningún hombre estuvo nunca dotado de una imaginación mas poderosa y fecunda; ningún poeta ha reunido jamás en su persona más cualidades opuestas: el numen sarcástico y la reflexión, el cálculo de la razón y los arrebatos líricos, el ardor indomable del pensamiento y la exquisita perfección de la forma; ningún poeta en fin ha sido nunca mas completamente poeta que Aristófanes.
Platón, que hizo figurar a Aristófanes en el banquete de Agatón y le puso en boca un discurso digno de su talento a la par que de su cinismo, escribió después de su muerte este epigrama, que no es muy exagerado: «Buscando las Gracias un santuario indestructible, hallaron el alma de Aristófanes.»
Verdad es que Platón no conoció a los poetas de la Comedia nueva. Tal vez hubiera admirado menos el aticismo de Aristófanes, a tener por término de comparación el aticismo de Menandro. Lo que resta de la obra de Plutarco acerca de los grandes cómicos de Grecia, nos muestra que Menandro perjudicó a Aristófanes, y que la comedia de costumbres, esto es, la verdadera comedia, hizo que los ánimos fuesen más delicados, y por consiguiente más severos en la apreciación de los méritos de la comedia sátira. «El estilo de Aristófanes, dice Plutarco, es una mezcla de trágico y cómico, de sublimidad y bajeza, de hinchazón y oscuridad, de serio y jocoso, que llega a la saciedad: en suma, es una desigualdad continua. No da a sus personajes el tono que conviene a su carácter: en él, un príncipe habla sin dignidad, un orador sin nobleza; una mujer no tiene la sencillez de su sexo; un plebeyo y un patán, el lenguaje común y tosco de su condición. A todos les hace hablar a la ventura, poniéndoles en boca las primeras expresiones que se le ocurren; de forma que no puede distinguirse si habla un hijo o un padre, un rústico, un dios, una mujerzuela o un héroe.»
El estilo de Aristófanes no ha de confrontarse con un ideal cómico que Aristófanes no pudo adivinar. Hay que conocerle en si mismo, hay que aquilatarle por los efectos producidos, esto es, por la vehemencia de la sátira, por la viveza del sarcasmo, por lo mucho que hizo reír a sus oyentes. Y hoy en día aun es fácil convencernos de que Aristófanes fue en efecto el favorito de las Gracias, y de que Platón no obró de ligero al escribir su epigrama.
Alexis Pierrot en Historia de la Literatura Griega.
Aristófanes nació en la época de Pericles, periodo de paz, y su nacimiento se puede situar en torno al 445a.C. Ateniense de nacimiento, todas sus obras nos hablan de la estrecha relación del poeta con la vida política y literaria de su época. No parece que militara en ningún partido político, si bien se muestra defensor de los viejos ideales y poco amigo de las nuevas tendencias de la sofística. No es un adversario de la democracia, aunque en sus comedias se encierran fuertes sátiras políticas, seguramente porque el sistema democrático ático empezaba a resquebrajarse en su época. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época.
Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes.
Pocos datos más poseemos de su vida, la fecha de su muerte es dudosa, probablemente en los años 80 del siglo IV a.C. (¿385?) pues su última obra Pluto se fecha en 388 a.C.
Se sabe que escribió aproximadamente 44 obras de teatro de las que sólo tenemos conocimiento de 11 de ellas, las tres primeras las firmó bajo pseudónimo y las restantes con su nombre. Sus obras tienen gran dinamismo debido a la utilización de la música, los diálogos, y los coros:
Los Arcanienses (425 a.c): esta obra habla de la guerra Atenas - Esparta, en ella invita a los políticos atenienses a que acaben con la guerra e inicien un período de paz.
Los Caballeros (424 a.c): esta es una obra sátira donde critica duramente al militar y estratega Cleón, líder del partido belicista.
Las Nubes (423 a.c): esta es una sátira a todos los sofistas y en especial al más representativo de ellos, el filósofo Sócrates, pues Aristófanes creía que se hacía servir de su oratoria con fines políticos.
Las Avispas (422 a.c): hace una sátira sobre la justicia ateniense y sobre el estratega Cleón.
La Paz (421 a.c.): esta obra se representó poco después de la muerte de Cleón y de la firma del Tratado de Nícias que auguraba un período de paz entre Esparta y Atenas. En ella, Aristófanes incluye a un personaje principal que representa ser un hombre de campo que asqueado de la guerra decide ir a visitar a los Dioses para que intercedan ante los griegos para reinstaurar la paz.
Las Aves (414 a.c): critica la sociedad ateniense y su extraño gusto por inmiscuirse en problemas de índole judicial.
Lisístrata (411 a.c.): sin duda su obra más conocida y representada, en ella las mujeres establecen un pacto por el cual no mantendrán relaciones sexuales con sus maridos hasta que no acabe la guerra, una manera cómica de presionar para iniciar la paz.
Las Tesmoforias (411 a.c) y Las Ranas (405 a.c.) que son un ataque directo a Eurípides.
Las Asambleistas (392 a.c.) establece una sátira sobre los bienes comunes.
Pluto (388 a.c.) donde hace una crítica a la repartición de riqueza de la ciudad.
LOS ARCANIENSES fue representada en los festivales de las Leneas (las primeras obras representadas formaban parte de la celebración de las fiestas religiosas tradicionales del área de influencia griega: las Leneas, las Dionisas rurales y las Grandes Dionisos) en el 425 a.C. En la obra Diceópolis, como tantos otros campesinos, se ha refugiado en Atenas, huyendo de la larga guerra del Peloponeso. Harto de la incompetencia de los políticos y de lo que la guerra le supone, Diceópolis pacta con Esparta, la potencia enemiga, una tregua de treinta años que sólo le incluye a él. Pero los arcanienses, habitantes de Arcana, donde se ha refugiado Diceópolis, envidiosos de su tregua, atacan al refugiado. Diceópolis decide acudir a Atenas para pedir justicia a los atenienses, los cuales tienen fama de apoyar siempre al más pobre y miserable. Una vez en Atenas, se encuentra con Eurípides que le regala las ropas de los héroes más pobres de sus tragedias y es así como, entre vestimenta y oratoria, convence a los atenienses para que le apoyen. Diceópolis consigue vivir en paz y prosperidad mientras el resto de Grecia sufre las consecuencias de la guerra.
Como antagonista de Diceópolis aparece Lámaco, un soldado fanfarrón al que la guerra dejará muy mal parado, mientras que Diceópolis gozará de paz y bienestar. Diceópolis vendría a significar en griego "el que hace justicia a la ciudad". Ante todo, la obra es una demanda de Aristófanes contra la guerra contra Esparta que tanto daño está haciendo a Grecia. El dramaturgo entiende que esta petición de paz puede ser entendida como antipatriótica, pero en la obra Diceópolis representa su propia palabra y consigue imponerla gracias a su absurda pero fascinante acción que esconde una seria crítica y un mensaje pacifista.
El título de esta pieza viene de Arcana, región del Ática cuyos moradores ejercían, en su mayor parte de carboneros. Los arcanienses se contaban, por tanto, entre los más castigados por la fraticida guerra, motivo éste que sirvió a Aristófanes para escogerlos a excusa de su discurso a favor de la paz con la vecina Lacedemonia.