Los grandes poetas trágicos, Esquilo, Sófocles y Eurípides, han muerto, los dos últimos recientemente. Atenas, a pesar de su victoria en la batalla naval de Arginusas el año anterior, está agotada; necesita sobremanera un consejo digno de confianza como el que podrían darle los mejores poetas. La obra comienza con el dios de la Tragedia, Dioniso, caracterizado como poseedor de las flaquezas humanas de los atenienses (débil, vanidoso, crédulo y con pasión por Eurípides) partiendo hacia el Hades disfrazado de Heracles para traer nuevamente al mundo a Eurípides. El viaje en la barca de Caronte por el lago se acompaña con el croar de un coro (secundario) de ranas, que da nombre a la obra; el coro principal lo componen iniciados en los misterios de Eleusis. Tras llegar al Hades, Dioniso sufre varios percances al ser confundido con Heracles, pero finalmente es identificado y se le pide que ejerza de juez en una disputa entre Esquilo y Eurípides por la posesión del trono de la tragedia, tras haber renunciado Sófocles a su pretensión en favor de Esquilo. Esquilo defiende sus tragedias como superiores en grandiosidad y propósito moral; Eurípides las suyas como más realistas, aduciendo cada uno críticas a la obra del otro. Ambos añaden que la obligación del poeta es hacer mejores a los hombres; Esquilo dice que sus héroes son modelos a imitar; Eurípides que él hace pensar a la gente; pero Esquilo objeta que los depravados caracteres de Eurípides son la causa de la decadencia moral. Los poetas atacan entonces la composición de las obras de su antagonista, su lengua, métrica y música. La prueba final, consistente en que cada poeta recite un verso subido a una balanza para determinar cuál de ellos es el poeta de más peso, es fácilmente ganada por Esquilo. Dioniso, aún indeciso, para realizar la elección les pide a cada uno de ellos que den un consejo para salvar la ciudad. Eurípides pronuncia una de sus características réplicas enigmáticas y Dioniso elige a Esquilo como representante del viejo espíritu ateniense, quedando Sófocles como rey de los tragediógrafos en el Hades.