Fantasía oriental de finales del siglo XVIII. Escrito por el coleccionista de manuscritos antiguos y bibliófilo inglés William Beckford, inicia de cierta forma el género de la literatura fantástica moderna.
Vasto conocedor de mitos y leyendas orientales que apoyan su relato, nos adentra en un laberinto que conduce a la catástrofe.
Elogiada por H. P. Lovecraft en su ensayo "El horror en la literatura" esta novela narra la historia del califa Vathek, un personaje desmesurado a quien su sed de conocimiento acaba precipitando en el Palacio del Fuego Subterráneo, el Infierno, donde encuentra a otros príncipes condenados que le relatan, a su vez, sus desventuras.
En opinión de Jorge L. Borges, en ciertas páginas de Vathek se encuentra, como en ningún otro libro anterior, el horror sobrenatural en estado puro, un mundo que a diferencia del Infierno de Dante, resulta atroz e inquietante en sí mismo: El Vathek —señala— contiene el primer infierno verdaderamente atroz de la literatura.
Borges reseña que el infierno dantesco magnifica la noción de una cárcel; mientras que el infierno de Beckford, los túneles de una pesadilla.
La historia del califa Vathek comienza en lo más alto de una torre, desde donde se lee el firmamento, para terminar en un subterráneo encantado; cuadros graves o gozosos, y prodigios cubren el lapso de tiempo entre ambos extremos. ¡Magistral arquitectura de la fábula y de su no menos hermoso concepto! Algo fatal, algo que parece inherente a una ley apresura la caída, del poder a los infiernos, de un príncipe acompañado de su reino; solo, al borde del precipicio, quiso renegar de la religión oficial, en la que la omnipotencia se fatiga de ir unida a la universal genuflexión, por prácticas mágicas aliadas a un insaciable deseo.
Stéphane Mallarmé