Benito Pérez Galdós – LA DE BRINGAS

La época en la que Galdós escribe La de Bringas (1884) es una etapa de fuertes convulsiones políticas en España que se caracteriza por un cambio de mentalidad. La pujante clase burguesa busca escalar socialmente, y conseguir a través de su mestizaje con la nobleza un prestigio que no posee por nacimiento, pero que el dinero se puede encargar de conseguir. Los nuevos valores se fundamentan, por lo tanto, en una mentalidad que valora básicamente lo material. La de Bringas es un relato fiel y un reflejo de esa nueva situación social, donde el culto a las apariencias era la norma establecida.
La crítica ha destacado en numerosas ocasiones La de Bringas como su mejor libro. La historia, centrada en Madrid, empieza siendo el retrato de una mujer, 'que tenía esa vanidad que pretende cubrir con perifollos de seda la falta de ropa blanca y que prefiere el adorno de la sala al cuidado de la alcoba', para concluir como una novela sobre la ambición y el poder en una sociedad basada en el fraude y el engaño.
Muchos de los críticos coetáneos de Galdós tenían la idea de que la novela, por definición, tenía que estar formada por acciones desmesuradas o habría de adentrase explícitamente en el debate social de ideas y, aún hoy, esta noción pervive en el la mente de un gran número lectores. La de Bringas no es una novela sobre hechos extraordinarios. En ella, además, la crítica social no es expresa sino que se sugiere. El tema de la novela es menor, las vicisitudes de la esposa de un pequeño funcionario que, sin otros medios de fortuna que el escaso sueldo de su marido, se desvive por aparentar como medio para alternar socialmente, siendo al final victima de prestamistas por su afán de querer y no poder.
Pero esta tragedia menor de un personaje prosaico consigue un sugerente retrato social centrado en una familia de la clase media en una época crucial de la historia, clase social que, según Galdós, debe ser el gran modelo, la fuente inagotable de la novela. La novela toca también tangencialmente a través de unos muy logrados personaje secundarios, otras capas de la sociedad como una nobleza venida a menos, representada por la marquesa de Tellería o los arribistas de todas las épocas, encarnados por Manuel Pez, el único que parece que no va verse afectado, para bien o para mal, por el derrumbe del mundo anterior a La Gloriosa.