Bulwer, lejos de sustraerse a la corriente pujante de la narración sobrenatural, cultivó el cuento de terror con cierto éxito. Ejemplo de ello es este breve relato (The House and the Brain) que recoge muchos de los tópicos de aquella literatura. Posiblemente, “La Casa de los Espíritus—escribe Lovecraft—, que utiliza rosacrucismo y una maligna e inmortal figura, quizá inspirada en el misterioso cortesano de Luis XV, el conde de Saint Germain, es aún uno de los mejores cuentos de casa maldita jamás escritos”.
La angustia que me abatió al sentirme en aquella habitación oscura, con aquella cosa oscura cuyo poder se hacía sentir tan intensamente, me produjo una reacción nerviosa. De hecho, mi terror había alcanzado un grado tal que mis sentidos me abandonaron, y rompí el encanto. Lo rompí, efectivamente, pues encontré mi voz, pero esa voz era un grito penetrante. Recuerdo que aullé, estas palabras: No tengo miedo, mi alma no teme nada, y en el mismo instante encontré fuerzas para levantarme. Inmediatamente, en las tinieblas, me precipité hacia una de las ventanas, corrí la cortina y abrí las persianas; mi primer pensamiento fue: ¡Luz!. Y cuando vi la luna alta, clara y tranquila, sentí una alegría tal, que era capaz de compensar mi terror precedente. Era la luna, y más luz de los faroles en la calle desierta…