Esta ciudad de dia en día ve desaparecer una ruina, un indicio, un recuerdo de cuanto sufrió durante el sitio, asalto y abandono de los franceses en la guerra de la Independencia, y cada dia ve bajar al sepulcro a alguno de los pocos que sobrevivieron a aquellos dias de exterminio, y que fueron testigos o actores en aquel sangriento drama. Dentro de muy pocos años no conservará Tarragona, un testimonio viviente, un resto mudo de aquellos dias de degüello, fuego y esterminio, nada hablará a nuestros descendientes de lo que pasó desde el año 1808 a 1815, época memorable de gloria, de abnegación y de horrores para la ciudad que sintió la mano opresora del coloso del siglo, y que regó sus calles con la sangre de tantas victimas sacrificadas en aras de la Independencia Española.
Ya que la mano del tiempo va borrando tan tristes recuerdos, quede a lo menos un documento que trasmita a las generaciones venideras lo que un pueblo nunca debe olvidar, y esto es lo que me he propuesto al escribir este recuerdo histórico, que a falta de mérito literario, tiene el de la verdad de los hechos, y al permitir tan dignas Autoridades que vaya escudado con sus nombres, quedan completamente satisfechos los deseos de
José María Recasens, 1863.
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