Aristófanes – LISÍSTRATA

Lisístrata está convencida de que los hombres de Atenas son incapaces de acabar con la guerra que mantienen con Esparta, y es por ello que decide reunir a las mujeres de toda Grecia. Propone un plan que no puede fallar: no mantendrán relaciones sexuales con los hombres hasta que éstos no acaben con la guerra y llegue al fin la paz. En un principio las mujeres griegas no parecen aceptar el plan de Lisístrata, hasta que una espartana se une al plan y muestra que es posible su realización. Por otra parte, las mujeres viejas de Atenas se han hecho con el poder en la Acrópolis donde están los tesoros públicos, y han cortado el suministro económico a la guerra. La treta planeada por Lisístrata se pone en marcha y se siguen manifestaciones, alborotos... Hasta que un oráculo dice que las mujeres alcanzarán la victoria. Los hombres no pueden aguantar más, y firman la paz con los espartanos, un tanto precipitada, pero paz al fin y al cabo, y es más, la firman ante la misma Lisístrata.



¡Desternillante Paco León!


El pacifismo y Aristófanes son un pozo de sorpresas. Es ésta quizá la obra más "moderna" y admirada de cuantas escribió Aristófanes, y ello se debe a muchos factores, quizá el más evidente es que esta vez el elemento "maravilloso", los dioses o cualquier otra inverosimilitud de sus comedias, está totalmente ausente en Lisístrata, que es una comedia de tema lógico, perfectamente verosímil, y de una comicidad increíble. Los episodios cómicos son irrepetibles, sobre todo aquél en el que Mírrina intenta eludir los deseos de su esposo Cinesias. El lenguaje obsceno y la comicidad se entremezclan, un lenguaje fresco, vivo, siempre cómico. Finalmente los hombres firmarán la paz, por "necesidad" y un tanto precipitadamente, pero precisamente esta precipitación hará que a la hora de acordar la paz, se olviden en los documentos rencores pasados entre Atenas y Esparta. El coro final canta bellísimamente al espíritu de convivencia, un coro formado por hombres de Atenas y Esparta, por fin hermanados de nuevo gracias al "poder pacificador" de las "armas de mujer".