Henrik Ibsen - UN ENEMIGO DEL PUEBLO

Un enemigo del pueblo, escrita en 1882, es un ejemplo á propósito para el examen, porque la figura céntrica, el doctor Stockmann , representa bastante bien ciertas fases particulares del autor mismo. El doctor Stockmann es médico muy apreciado de una ciudad de Noruega que posee aguas minerales renombradas. Tiene un hermano, Pedro Stockmann, que es burgomaestre, jefe de policía y presidente del Consejo de administración de las susodichas aguas, es decir, un personaje oficial en toda la fuerza del vocablo.
Ahora bien: el Doctor acaba de descubrir que las aguas de que es inspector se hallan infectadas de una sustancia insalubre, y que los forasteros que acudan á ellas en busca de salud corren riesgo inminente de envenenamiento. Desde ese instante está resuelto á cumplir con la sociedad, haciendo público su descubrimiento.
¿Se creerá que su primer y principal enemigo es su hermano, el burgomaestre? Es éste tipo de esa pasiva aquiescencia á todo lo establecido, característica de la autoridad, y reforzada en el presente caso por el temor de perjudicar á su pueblo, ahuyentando á la clientela de las aguas. Al lado de esos dos personajes—el sabio radical y el conservador rutinario de Bumbledom—figura un periodista influyente. El periodista no se pronuncia por ningún partido, sino que observa una actitud expectante. Cuando cree que su interés le aconseja sostener al doctor Stockmann, se muestra amigo del Doctor; cuando descubre lo contrario, se pasa al obstruccionismo, es decir, apoya al burgomaestre.
La lucha del hombre honrado é ilustrado, que conoce y quiere cumplir su deber con la mayoría de sus convecinos, toma el sesgo que debía esperarse. El doctor Stockmann es mirado como un enemigo social; el periódico rechaza sus comunicados; no sabe cómo salir de aquel trance, y, á no ser por la intervención oficiosa de un amigo, que le presta su casa, no tendría manera de dirigirse públicamente á sus conterráneos.
Cuando, por último, logra reunir una gran concurrencia, se apresura á abrir su corazón sin vacilaciones ni reservas. Es el hombre justo y firme en sus convicciones, en presencia de la multitud. Aquí viene un monólogo enérgico y característico, que encierra de seguro algunas de las opiniones del mismo Ibsen. No citaremos sino la conclusión final que innegablemente se parece mucho á una paradoja:
«El hombre más fuerte en la tierra es el que vive más solo ». Esa máxima se repite en la última escena, en un medio diferente; pero allí mismo encuentra en seguida su refutación. El Doctor está acompañado de su mujer y de sus hijos. «Ya veis (dice) que el hombre más fuerte en la tierra es el que vive más solo. » Dos veces se levantan á contradecirlo; la primera su mujer que lo llama por su nombre; la segunda su hija, que le coge la mano, diciendo simplemente: « ¡Padre! » El doctor Stockmann puede considerarse solo; pero, si tiene algún medio de mantener la rectitud de su conducta, lo deberá á ese paraíso de la familia, que es el más inestimable de los beneficios.
(El teatro de Ibsen, La España Moderna, Mayo 1891).


En 1978 el actor Steve McQueen interpretaba al  doctor Thomas Stockmann en la cinta dirigida por
George Schaefer con guión de Alexander Jacobs y Arthur Miller basada en la obra de Ibsen

Con ocasión del Congreso de la Unión General de Trabajadores, la Escuela Nueva ha organizado una función teatral, primera de una serie que tiene en estudio.
En el teatro Español, el sábado 26 del pasado, un grupo de artistas jóvenes, aficionados o alumnos del Conservatorio, puso en escena Un enemigo del pueblo, de Ibsen, escrito en 1882 y representado a principios de 1883.
Un drama de Ibsen no es fácil verlo representado en lengua castellana. Espectros, Casa de muñecas son los que más se ponen. Recientemente pudimos ver una deficientísima interpretación de Juan Gabriel Borkmann. Pero las obras restantes, entre las que están las mejores, son aún desconocidas de nuestro público, aunque ya pueden leerse todas en traducciones, a veces aceptables.
Un enemigo del pueblo se puso años atrás en la Comedia, sin éxito alguno. Se puede afirmar que el más grande creador de caracteres del siglo último, Enrique Ibsen, es poco menos que desconocido entre nosotros. A nuestro teatro le falta todavía la experiencia ibseniana.
Para los que no conozcan Un enemigo del pueblo, un breve análisis no estará aquí de más. El doctor Stockmann ha descubierto en su ciudad natal unas aguas minerales de maravillosa virtud curativa. Aquellas aguas han de ser uno de sus más fuertes recursos de prosperidad. Pronto unos industriales, dispuestos a explotarlas, constituyen Sociedad presidida por el alcalde, hermano del doctor Stockmann. Pero éste, al comenzar el drama, ha descubierto que, por codicia, la toma de aguas del establecimiento balneario se ha hecho en malas condiciones; que unas tenerías, entre las que está la de su propio suegro, contribuyen a la impureza del agua, y que, por lo tanto, lo que pudo ser fuente de salud, es origen de gravísimos males. Cuando, para cumplir los mandatos de su conciencia, se decide a revelar la verdad, choca con los bajos intereses de los propietarios del establecimiento y con el espíritu mezquino de los moderados «amigos del orden».
Se puede hacer la toma de aguas en el canal debido; pero ello exigirá tiempo y gastos que aquéllos no están dispuestos a hacer. ¿Van a arruinarse ellos sólo porque las aguas causen sen la muerte a los infelices que en ellas buscaban curación? ¿No será también la ruina de la ciudad?
Para el doctor Stockmann no hay duda. La verdad es lo más alto, y hay que decirla cueste lo que cueste. Él no identifica la ciudad con el torpe interés de unos cuantos. Y cuando ve que todas las puertas se le cierran.
Reseña publicada por Enrique Díez-Canedo, Critilo, en España, 3 de julio de 1920


“Un enemigo del pueblo”: individuo y mayoría
En Un enemigo del pueblo Ibsen vuelve sobre la figura del individuo que se opone a las reglas de sociabilidad que considera imperfectas, pero Ibsen plantea en esta pieza una vuelta de tuerca: el individuo rebelde es un médico, y su verdad no se funda en parámetros subjetivos discutibles desde otra verdad subjetiva, sino en un informe científico. El Dr. Stockman, personaje-delegado legitimado por su formación ilustrada, intertexto de la ilusión cientificista del naturalismo, descubre que las aguas del balneario de las que provienen todas las riquezas de la ciudad están contaminadas. La denuncia de la contaminación lo llevará a enfrentarse con todo el pueblo, que prefiere no ver la realidad, y esto producirá múltiples perjuicios y persecuciones a la familia Stockmann. Stockmann no es un héroe ejemplar, sino un caso particular del villano idealista identificado por G. B. Shaw. La intransigencia del Dr. Stockman lo lleva a expresar un pensamiento antidemocrático, y de esta manera a oponerse a los movimientos de igualación social característicos de la modernidad, actitud que modaliza al personaje negativamente:
“El enemigo más peligroso de la razón y de la libertad de nuestra sociedad –dice Stockmann- es el sufragio universal. El mal está en la maldita mayoría liberal del sufragio. En esa masa amorfa... No, la mayoría no tiene la razón nunca. Esa es la mayor mentira social que se ha dicho. Todo ciudadano libre debe protestar contra ella. ¿Quiénes suponen la mayoría en el sufragio? ¿Los estúpidos o los inteligentes? Espero que ustedes me concederán que los estúpidos están en todas partes, formando una mayoría aplastante. Y creo que eso no es motivo suficiente para que manden los estúpidos sobre los demás. Oíd: la mayoría tiene la fuerza, pero no la razón. Tenemos la razón yo y algunos otros. La minoría siempre tiene razón... Me refiero a la aristocracia intelectual que se apodera de todas las verdades nacientes”.
Como en Una casa de muñecas, Ibsen articula su drama para generar dilemáticamente la respuesta del espectador. ¿Profetiza Ibsen los totalitarismos del siglo XX o sólo expresa una voluntad antidemocrática? ¿Es acaso el intelectual que “le dice la verdad al poder”, de acuerdo con la definición de Edward Said, y que cumple una función indispensable en la sociabilidad? ¿Un tábano socrático, un vector de modernización, un remedio contra la inmovilidad y el conformismo, un “abogado del diablo” que busca sacudir al capitalismo satisfecho? La naturaleza alegórico-política de esta pieza sugiere la lectura de la ciudad balnearia como imagen “a escala” del país y, por extensión, ilustra el funcionamiento de las estructuras de sociabilidad en Occidente capitalista. Más allá de su función referencial realista, cada personaje encarna un sector representativo del sistema de fuerzas del poder: Peter Stockmann (gobierno estatal y policial), Tomas Stockmann (ciencia), Morten Kiil (burguesía productora y mercantil), Hovstad (periodismo), Petra (educación), el sujeto colectivo de los vecinos (el hombre-masa, el pueblo). El realismo de los personajes se cruza con su entidad de abstracciones personificadas (la Ciencia, el Estado, el Periodismo, el Pueblo, etc.). Nuevamente Ibsen trabaja con el carácter abierto de las implicancias de la tesis, y encuentra en el Dr. Stockmann una herramienta de provocación descomunal. Es importante señalar que Stockmann posee simultáneamente elementos de personaje positivo y negativo, y que otra vez Ibsen no resuelve sino que problematiza. Ibsen parece reconocer, simultáneamente, que Stockmann tiene razón y se equivoca. Creemos que acierta Anderson Imbert cuando observa que “lo valioso de Stockmann es para Ibsen su alma exigente, no sus opiniones. El encarna el ansia de libertad, la virtud individual”. Vale entonces conectar Un enemigo del pueblo con afirmaciones de Ibsen a Georges Brandes hacia 1870: “Lo importante es la revolución en el espíritu humano. Debo confesar que amo, no la libertad, sino la lucha por ella”. Y en una carta de 1879: “La lucha por la libertad es la asimilación lenta y vivaz de la idea de la libertad. Quien posea la libertad como algo ya logrado, posee algo muerto, sin espíritu, porque la idea de libertad tiene la particularidad de hacerse más ancha, más profunda, mientras se marcha hacia ella”
Extraído de Jorge Dubatti en el estudio preliminar a “Una casa de muñecas/Un enemigo del pueblo” (Colihue, Col. Clásica, 2006)



Inolvidable José Bódalo en este Estudio 1 de 1981

Con Un enemigo del pueblo Ibsen conquistó a los jóvenes, a quienes en verdad se había dirigido. Es la primera pieza con una pedagogía. Los niños en Ibsen habían sido hasta entonces pretextos o necesidades de la acción teatral que no obligaban a una pedagogía. Ahora cumplen una función nueva. “Quiero convertiros en hombres libres y nobles —les dice Stockmann en la escena final—. Instalaré la escuela en la sala en que me insultaron llamándome un enemigo del pueblo. Pero es menester que sean muchos; necesito una docena de muchachos para empezar.” Tuvo éxito inmediato, pero sus intenciones más hondas no fueron recogidas. Cada facción política fue al teatro o al libro a tomar posición frente a las opiniones de Stockmann. A Ibsen no le interesaban esas discusiones populares. Se sentía poeta de minoría, de una minoría de avanzados, siempre a la cabeza de una evolución espiritual incesante, En 1883, pocos meses después de Un enemigo del pueblo, le escribió a Brandes: “En la posición en que yo estaba al escribir cada uno de mis libros hay ahora una compacta muchedumbre; pero yo mismo no permanezco más allí; estoy en otra parte y espero, estoy más adelante, a la vanguardia.”
Extraído de Anderson Imbert, Ibsen y su tiempo, 1946.