El romanticismo, que se ha definido mal muchas veces, mirándolo sólo bajo su aspecto militante, sólo significa la libertad en la literatura. La mayoría de los hombres pensadores lo van comprendiendo de este modo, y dentro de breve tiempo la libertad literaria será tan popular como la libertad política. La libertad, tanto en el arte como en la sociedad, debe ser el doble objetivo a que aspiren los espíritus consecuentes y lógicos; debe ser la doble bandera que reúna a toda la juventud, tan fuerte y tan paciente ahora, y al frente de esa juventud lo más selecto de la generación que nos ha precedido, a esos sabios ancianos, que, pasado el primer momento de desconfianza y después de concienzudo examen, han reconocido que lo que hacen sus hijos es consecuencia de lo que ellos hicieron y que la libertad literaria es hija de la libertad política.
El autor no hablará de esta obra: acepta las críticas severas y las benévolas, porque cree que de todas se puede sacar provecho. No está seguro de que todo el mundo haya comprendido a primera vista este drama, cuya verdadera clave es el Romancero general, y ruega de buen grado a las personas a las que choque la obra, que vuelvan a leer el Cid y Don Sancho y Nicomedes, o por mejor decir, todo lo escrito por Corneille y por Molière, que son grandes y admirables poetas. Su lectura les hará menos severos al juzgar ciertas cosas que hayan podido extrañar en el fondo o en la forma de HERNANI, que acaso no ha llegado aún el momento de juzgarle. HERNANI sólo es hasta ahora la primera piedra de un edificio, que existe enteramente construido en la imaginación del autor, y la apreciación de su conjunto es la que ha de dar algún valor a este drama.
El autor en el prólogo a la obra
Victor Hugo estrenó Hernani el año 1830. La ocasión se ha hecho famosa por la confrontación que hubo entre clasicistas y románticos. La llamada Batalla de Hernani fue un totum revolutum de silbidos, lanzamiento de objetos livianos, pero también de empujones y puñetazos entre una mayoría conservadora (partidaria del Clasicismo) y una minoría rebelde, partidaria de la renovación de los cánones estéticos mediante la apertura a los valores del Romanticismo.
El drama Hernani posee todos los ingredientes del teatro romántico: ambientación en la España medieval, un héroe oscuro y trágico –el bandido es uno de los personajes preferidos por esta escuela, en tanto ser marginal-, asesinatos y lucha contra el poder, y un final melodramático.
Hernani es un joven de la nobleza que ha caído en desgracia y se encuentra proscrito (con despojo de sus títulos nobiliarios, de sus bienes y de su libertad, si es que logran capturarlo).
Convertido en bandido, disputa el amor de doña Sol al Rey de España, Don Carlos. Pero Hernani se ve obligado a huir de las tropas reales. Se propaga la noticia de su muerte y doña Sol, en lugar de doblegarse ante los requerimientos amorosos del Rey, acepta casarse con don Ruy, un pariente viejo que está enamorado de ella.
Cuando la boda está a punto de realizarse, aparece Hernani. Pero no viene solo; tras él, el mismísimo Rey encabeza su persecución. Don Ruy, en cumplimiento del sagrado principio de hospitalidad, esconde a su rival.
El anciano le ha salvado la vida; pero al mismo tiempo, se convierte en el dueño de la vida que ha salvado; ambos acuerdan que en cualquier momento podrá apoderarse de ella.
Cuando llegue ese momento, bastará que don Ruy haga sonar una trompa para que Hernani se dé muerte. Hernani y don Ruy, comparten un fuerte sentimiento de odio hacia el Rey, que los lleva a montar un complot en su contra.
Don Carlos descubre a los conjurados; pero en ese preciso instante recibe la noticia de que lo han elegido Emperador (será ni más ni menos que el Emperador Carlos V). En vista de ello, decide perdonarlos. Además, devuelve a Hernani sus títulos, le reintegra su libertad, y le concede la mano de su amada.
Entonces, se celebra la fiesta nupcial. Aquella es una noche mágica; los enamorados se aproximan. Doña Sol, estremecida, espera el primer beso de su adorado Hernani; cuando irrumpe el brutal sonido de la trompa.
Don Ruy, implacable, se presenta para exigir el cumplimiento del terrible pacto. Hernani, fiel a su promesa, se mata. A su lado, desesperada, se mata doña Sol. Solo resta saber qué hará el desconsolado anciano.
Irremediablemente, don Ruy se quita la vida, mientras cae el telón.